Ella miró el reloj una y mil veces
anunciándose que no debía
Y esperó a que pasasen las horas
de aquel maldito día
Recorrió a mordiscos su casa
hasta la última gota del día
Y se tiñó de la noche más negra
la que tanto ella temía...
Descorchó el champán francés
en aquella botella tan fría
Y chocó su copa al revés
junto al espejo una vida...
Desesperó en susurros la noche
queríendosela robar en vida
y ella se dejó mecer...
en su cuna de plata fina.
La encontraron fría y ausente
sin temor al otro dia.
Ella miraba un reloj
que sin pila ni latía
que marcaba sin reproche
el treinta y uno del doce de aquel día...
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